Monday, October 27, 2008

Necrónica



Bañada en sudor, la joven reportera salió del ascensor en el piso cinco del Congreso del Estado, y con el gesto de quien huye desesperadamente de la muerte, miró a quienes aguardábamos la llegada del artefacto para acudir a la sesión de comisiones que se realizaría ese medio día cinco pisos más arriba.

Bastaba verla para saber que algo andaba mal. Su mirada frenética y las manos temblorosas tras una carrera que sólo ella sabe dónde comenzó, mientras con una voz desgastada por el esfuerzo interrogaba con irracional vehemencia “¿dónde está el muerto? ¿Dónde está?”.

La joven no sólo no huía de la muerte: la buscaba con ahínco.

Si acaso habían pasado 20 minutos.

La joven dio unos pasos accidentados hacia la ventana que mostraba una parcial panorámica de la avenida Matamoros al poniente, hacia la avenida Juárez y el Cerro del Topo Chico en el fondo cerrando el cuadro, pero no lograba ver nada.

Ella misma no podía explicar nada con su respiración entrecortada y la hiperventilación del demonio.

Finalmente recuperó el aliento: “Un tipo se acaba de matar”.

Las puertas de acero del ascensor volvieron a abrirse.

Subía.

***




Una mujer del servicio de mantenimiento lo vio todo, al menos eso cuentan los empleados del Congreso y elementos de seguridad que fuman en las escaleras de emergencia contemplando en todo su esplendor la escena.
Que si la limpieza, que si la casualidad, lo que haya sido, el hecho es que se encontraba en el pasillo principal de la novena planta cuando a lo lejos vio que en lo alto de un estacionamiento sobre la avenida Matamoros, una calle más al poniente del Congreso, un joven daba un paso al vacío y caía a su muerte.
“La estaba buscando la policía, porque ella fue la que nos dijo todo, después nosotros llamamos a la patrulla y ya fue que vinieron todos”, narra una de las empleadas con un cigarrillo en la mano.
Las palabras son escasas. Frases cortas cargadas con monosílabos y un tono solemne como quien está en un velatorio, aunque el cadáver esté al menos a 500 metros de distancia a esa altura.
La muerte se ve mejor desde el piso 10, no cabe duda, y también se siente extrañamente
cercana. Ahí está él: tirado en el suelo y cubierto con una sábana, inmóvil e inerte.
Desde las escaleras puede verse claramente cuando los elementos de Servicios Periciales, esos hombres vestidos de blanco, se acercan y levantan ligeramente la sábana para ver el cuerpo. Es él: el mismo hombre que menos de media hora antes movía los brazos y las piernas como bailando en el aire, el mismo que los empleados del Congreso no pueden ahora dejar de mirar.
Y las preguntas habituales para el caso: “¿Cómo pudo hacer eso?”.
Nadie responde y prefieren seguir fumando.
***



Para entonces los diputados sesionaban en la Comisión de Educación, Cultura y Deporte, pero a nadie la importaba: la ventana poniente del piso 10 se llenaba de personas como niños en vitrina de confitería.

Y las fotos, las videocámaras que nadie sabe de dónde salieron, las miradas absortas y el humor negro… mucho humor negro.

“Es el diputado Fulano, ya le dijeron que no le van a dar la candidatura del municipio Sutano” y etcétera.

También las frases sentimentales: “¡Qué horror…! ¿Cómo puede alguien hacer algo así?”.

Un piso más arriba un trabajador demostraba que el zoom de su videocámara no era poca cosa: “Puedo decirte de qué marca el pantalón que trae puesto si quieres”.

Todas las frases necrófilas que pueden decirse en la salvedad de la distancia, en el lugar seguro que da el hecho de ser ajenos, no estar ahí pero tener derecho de panorámica y de aprovechar los acercamientos de cuanta cámara digital había en el lugar para retratar el cadáver cuando los de Periciales retiran la manta y dejan el cadáver totalmente expuesto, el joven recostado bocabajo, muerto, después de caer siete pisos.

Era joven, como la mayor parte de quienes lo observábamos a lo lejos.

Los diputados sesionaban a unos cuantos metros sin darse cuenta de lo sucedido y sin que a nadie le importara.

Minutos después, una vez que los forenses cargaron con él, tampoco el cadáver les importó.

***
Crónica publicada en
MILENIO Diario de Monterrey
el 27 de agosto de 2008

Wednesday, May 21, 2008

Domingo de Sol Azteca



Nadie supo exactamente de dónde vino el primero de los huevos, pero la viscosa consistencia de la clara y la yema, así como su amargo aroma llenaban el patio principal del Comité del PRD nuevoleonés.

Furtivamente, alguien lanzó el proyectil al aire para estrellarlo contra la cara de una mujer durante la parte más intensa de la de por sí álgida asamblea del Partido de la Revolución Democrática de Nuevo León.

El objetivo central era que el partido saliera de la reunión con un nuevo dirigente estatal, después de la elección que arrojó a Eduardo Arguijo Baldenegro como ganador, aunque su nombramiento quedó congelado varias semanas debido al conflicto que el instituto político atraviesa a nivel nacional.

Pero los del Sol Azteca no pudieron dejar el conflicto en el ámbito de su Comité Ejecutivo Nacional y terminaron por bajar el problema a Nuevo León, con todo y dándose el lujo de realizar un espectáculo de enfrentamiento frente a los medios de comunicación.

Gritos, golpes, mujeres jóvenes y adultas golpeándose las unas a las otras entre gotas de agua, claras de huevo y muchas, pero muchas mentadas de madre que aderezaban las consignas por un lado a favor del presidente entrante, Eduardo Arguijo Baldenegro, y en el frente opuesto el ya trillado: “Es un honor estar con Obrador”.

Algún perredista iniciado lo reduciría a su mínima expresión: “chuchos contra pejistas”, o lo que es lo mismo, simpatizantes de Jesús Ortega de la tribu de Nueva Izquierda, contra los de Alejandro Encinas, de la corriente Izquierda Democrática Nacional.

La reunión había arrancado tensa de antemano y la hora que habían fijado para darle inicio quedaba como una mera buena intención tras una hora de espera a que Arguijo pronunciara el tradicional “sí, protesto”.


El conflicto se daba entre el presidente entrante y la presidenta saliente, Socorro Ceseñas Chapa.
El desacuerdo se reducía a que el grupo de Ceseñas exigía que únicamente se tomara protesta al nuevo consejo estatal y al presidente, y que se dejara fuera del orden del día la conformación de la mesa directiva y del consejo político, debido a que aún hay impugnaciones pendientes al proceso que dio el triunfo a Arguijo.

Ello sumió al presidente electo y a la presidenta en funciones en una larga discusión que fue evidente desde todos los puntos del patio central de la sede del partido, allá en el barrio del Mediterráneo.

Las 300 personas que habían acudido en calidad de consejeros entrantes, salientes o de invitados especiales simplemente atestiguaban cómo Arguijo iba y venía de una oficina hasta la silla donde aguardaba pacientemente Ceseñas con un reiterado “no” ante las propuestas para darle una salida negociada al asunto.

Incluso, durante una entrevista minutos antes, el único diputado local de este partido, Guillermo Gómez Pérez, advertía que durante las próximas semanas se caería el “teatrito” que estaba por suceder, en referencia a la toma de protesta, debido a que según él, la mayor parte de los militantes del Sol Azteca en Nuevo León no reconocen a Arguijo Baldenegro como su dirigente.

De las desavenencias políticas a los golpes, sólo había unas cuantas consignas de diferencia.

Por un lado los gritos a favor de Arguijo, por el otro los de López Obrador para opacar a los primeros, terminaron de elevar la temperatura de los militantes que acudieron a la asamblea.

Alguien hizo la travesura. Alguien, por algún motivo, llevó una canasta de huevos que no dudó en utilizar cuando los ánimos se alejaron de la cordialidad.


Primero fue uno, y de ahí los golpes: un grupo de cuatro mujeres que en momentos llegaba a más se fueron encima de una sola, y de los cabellos la jalaron a una marabunta de gente donde entre jaloneos y golpes le reclamaban posiciones políticas, supuestas amenazas y actos dentro del partido.

Una joven histérica se dio de golpes con otra muchacha, hija de Arguijo Baldenegro, mientras ésta le gritaba que de quien hablaba y a quien acusaba era de su padre.

Esa misma joven, terminó golpeando con pies y manos la puerta de la oficina donde a gritos denunciaba amenazas en contra de su madre, y siendo subida al segundo piso a rastras mientras Arguijo con micrófono en mano hacía un llamado a la concordia.

Una mujer recibió un golpe en la nuca de otra, y al intentar caminar hacia ella para enfrentarla, otras tantas la tomaron de los cabellos para golpearla en medio de una marabunta de gritos y mentadas de madre, mientras el ex candidato del PRD a la alcaldía de Monterrey, Francisco Fuentes, y el diputado Gómez Pérez trataban sin éxito de frenar la pelea.

Otro hombre de sombrero y camisa vaquera que también intentaba poner orden entre las mujeres, recibió como pago un salpicón en el rostro de algún líquido que, en el mejor de los casos, podría tratarse de agua.

Y en medio del barullo, Rubén Mario Garza, perredista aliado y operador de Arguijo, hacía llamados por el micrófono para que se volviera a la tranquilidad, que no se cayera en provocaciones, y denunciaba que había supuestos infiltrados en la asamblea que trataban de desestabilizar la reunión.

Tuvieron que salir Ceseñas y Arguijo juntos para calmar los ánimos y celebrar de inmediato la toma de protesta.

Finalmente, líderes entrante y saliente encontraron una salida negociada: Arguijo tomaría protesta como dirigente con el voto unánime de su nombramientro, nombraría una mesa directiva, y se dejaría la asamblea en sesión permanente hasta el sábado próximo –un día después de la visita de López Obrador al estado –para nombrar al comité político estatal.

Una vez como presidente estatal ungido, Arguijo trató de explicar el incidente que dejó el lugar con un intenso olor a huevo crudo.

“No pasa nada, el problema de nuestro partido es que algunos compañeros de nuestro partido le meten a la gente candela de más (…), estos militantes se apasionan y esas diferencias las reflejan a veces en golpes o en una provocación de violencia, pero no pasa de ahí”.

Al menos en eso tenía razón, el problema no pasó de la violencia.


Crónica y fotos de Antonio Argüello
Publicada en MILENIO Diario de Monterrey
el 19 de mayo de 2007

Wednesday, November 22, 2006

Dark Fantasy

César pudo haber sido el cantante principal de cualquier quinteto de adolescentes con play back y muchachitas en uniforme escolar conociendo los límites de las hormonas al mirar las carátulas de sus discos: un rostro de facciones que rozan lo pueril, ojos melancólicos y piel blanca de la más cálida adolescencia, aunque con ciertos esbozos de demacración y de tristeza.
Las manos delicadas y suaves, casi infantiles… aunque sus largas uñas y estilizadas muñequeras, el cabello largo a media espalda y la voz tersa que no eleva más allá de lo estrictamente necesario rompen el cuadro.
César David Aranda y Garza se prepara para abrir su local en el mercado Fundadores, justo en el área oscura, la de los rockeros y al levantar la cortina de acero no son discos ni fayuca lo que se despliega, sino ropa.
Ante todo resalta el color negro, los viniles, la piel, los múltiples herrajes y accesorios de lo más inverosímil: corsetería que uno se imaginaría en la más oscura película de Tim Burton o en espectáculos de sadomasoquismo con cierta dosis de elegancia y (por supuesto) sobre el cuerpecito delgado, cálido y suplicante del más oscuro objeto del deseo.
Sí, el jovencito de 19 años es todo un darketo, o más bien dicho, todo un gótico.
“El concepto gótico es un movimiento cultural que va en contra de la violencia”, aclara sobre su gente y resalta un concepto básico: el crecimiento intelectual. Cultos y leídos todos ellos, asegura el entrevistado.

Explícame la diferencia entre vampiros, darketos y góticos…
El dark es una manera despectiva de decirle a un gótico, es como a un colombiano decirle cholo, es despectivo; el vampirismo es un subgénero del gótico, pero es más con las tendencias de recrear la época donde supuestamente existieron los vampiros.

Ahora, explícame la indumentaria…
En la indumentaria tratamos de recrear mucho el período victoriano: corsettes, gabardinas, sacos, sombreros de copa; ahora, también existe el gótico industrial, que son el látex, el charol, los picos todo eso, recreando un poco de los 60’s cuando estaba muy de moda el punk. Mucha gente nos dice que nos vestimos así porque queremos que nos vean, y desgraciadamente no es así, si nos vestimos de esta manera es porque así nos sentimos cómodos, nunca hacemos nada para que la gente nos vea, nos vestimos como nos vestimos porque nos gusta vestirnos así.

Hablas de la no violencia…
La no violencia es muy importante. Es muy cruel ver cómo a nosotros llega la gente y nos empuja, y cómo nos gritan. Yo simplemente digo que si no te estoy faltando al respeto a ti, ¿por qué tú me faltas el respeto a mí? Yo te estoy pidiendo respeto porque yo te estoy dando un respeto: yo respeto tu forma de pensar, yo respeto cómo te vistes, ¿por qué no me respetas a mí si yo no te estoy haciendo nada malo? Si te duele ver cómo soy primero ve cómo eres tú, ve qué estás haciendo tú mal.

Ser gótico implica una serie de afirmaciones: la ropa negra, el cabello largo, los accesorios, ¿no sería más fácil simplemente pasar desapercibido como una persona que se viste como el promedio?
El negro no es un color, el negro es una ausencia de color, el negro es una ausencia de algo, el que se viste de negro es porque algo le falta, como cuando estás de luto: estás de negro porque te falta alguien que quieres. Sería muy fácil para mí vestirme con pantalón de mezclilla azul y una camiseta ‘fresa’ para que la gente no me diga nada, pero qué gacho sería andar haciendo lo que los demás hacen para poder ser, nunca podrías ser tú mismo (…), somos gente muy diferente y sinceramente yo me considero de un nivel cultural mucho más amplio que el de quienes se van de antro a bailar reaggeton todos los días.

Hablas del significado del color negro, de la ausencia, ¿cuál es esa ausencia para el gótico?
Eso es bien personal, depende de cada uno. A mi me han faltado muchas cosas desde que era niño, hay gente que le ha faltado familia, gente que ha sido maltratada, víctimas de pedofilia que hay bastantes. Cuando ellos se empiezan a vestir de negro casi siempre se identifica con la depresión, porque para un gótico la depresión no es un estado de ánimo, es un estilo de vida. Simplemente yo me visto de negro por ejemplo, porque a mí me faltan mis dos mejores amigas que desgraciadamente fueron atropelladas, me falta familia, me faltó mucha niñez que vivir, y cada gótico tiene una historia de por qué es así, de por qué entró a esto.

¿Qué piensas de la gente que se refiere a ustedes como satánicos, marihuanas y maricones?
Es muy gracioso, sinceramente me da mucha pena.

Thursday, November 16, 2006

El Sup en Linares

Aquellos discursos poéticos que en sus tiempos de gloria pronunciaba frente a la prensa nacional e internacional no llegaron a la comunidad linarense.

Podrían haber sido agentes del Estado Mayor Presidencial pero el cabello largo, las camisetas negras deslavadas, la barba crecida y la cara de hippies en busca del hongo sagrado los descartaba por completo; los federales estaban ocultos afuera.
Los tres sujetos que no pasaban de los 25 años montaban guardia como una especie de groovy y militante Cisen afuera del jacal donde el hombre del pasamontañas se encontraba haciendo lo que un guerrillero con 13 años de carrera pública debe hacer en sus momentos de privacidad, alejado de los discursos y los micrófonos, lo cual equivale a como diría Quentin Tarantino en su obra “Kill Bill”: un simple y llano quién sabe.
Marcos se había encerrado ahí tras permanecer más de dos horas sentado sobre una improvisada tarima de blocks hablando igual sobre indígenas, sobre un despojo de predios a campesinos linarenses, la historia del movimiento zapatista y la importancia de los movimientos sociales organizados y unidos en un objetivo común, ya sea mediante las armas o mediante las instituciones legales, aunque reconoció que en su caso usar las armas le valió “prejuicios”.
La oscuridad había caído sobre aquella casa en el ejido Río Verde, a unos minutos de la cabecera de Linares, donde Marcos llegó encabezando su Otra Campaña y durante horas se habían sumido en una sucesión de denuncias de vecinas acerca de acciones del gobierno municipal y estatal.
Y el guerrillero con sus seis pulseras, su deslavada boina y el aroma dulce del tabaco emanando de su pipa, los escuchaba con una actitud más cercana al de un asesor jurídico comunal que al de un guerrillero venido de la sierra.
Aquellos discursos poéticos que en sus tiempos de gloria Marcos pronunciaba en los micrófonos frente a la prensa nacional e internacional no llegaron a Río Verde, y se centró más en acciones concretas, específicas, para las 300 personas que escuchaban.
“Aquí no necesitan tomar las armas”, les dijo a la gente, en su mayoría mujeres, que atendían su discurso escuchándolo con un gesto esperanzado como quien escucha a un Mesías.
Pero el subcomandante Marcos se resistía a serlo, al menos a mencionarse como tal, y enfocaba su discurso hacia la organización civil, a la resistencia por medios pacíficos y legales, incluso institucionales.
“Nosotros no estamos proponiendo que vengamos a mandar aquí los zapatistas, no; que la misma gente de Río Verde, los ejidatarios, son los que mandan, y el gobierno tiene que obedecer, eso es lo que cambia”.
Por un momento había dejado aquel carácter inalcanzable o de uso exclusivo que le dieron sus colaboradores norteños a su llegada, cuando únicamente los “iniciados” o miembros de esa especie de club que se llama izquierda apartidista tenían acceso al señor de las montañas chiapanecas, el simpático guerrillero de Los Altos.
Sin embargo, el carácter intimidatorio hacia aquellos que pudieran ser enemigos no se detuvo, y aquellos jóvenes de cabello largo, barba y las jóvenes rubias con huaraches y faldas de manta –al mejor fashion de la izquierda –fotografiaban y tomaban video de cuanto periodista, camarógrafo y fotógrafo llegaba al lugar, con una discreción que dejaba mucho qué desear.
Para quienes no portaban la marca de la izquierda, todos los gatos eran pardos y cuando terminó la serie de discursos invitaron a todos a la fiesta.
El micrófono se apagó y comenzó la música.
El llamado a la conciencia social fue sustituido por “Chiquilla” de los Kumbia All Starz, y el alimento de la ideología dejó espacio para una barbacoa de pozo que linarenses y ciudadanos del mundo comieron por igual.
Marcos permanecía encerrado resguardado por sus cinco centinelas, una manera determinante de administrar la imagen del hombre y mostrar sólo lo indispensable, así como los ojos asomándose por el pasamontañas.

Tuesday, November 14, 2006

Historia de la invisibilidad

La historia es la de una jovencita de 19 años. Su nombre pudiera ser cualquiera, así como su contexto, quizá lo único importante al caso es que vive en Monterrey, es hija de familia y comparte techo con sus padres y un hermano. También –por cierto– es lesbiana.
Su anécdota comienza con un descuido al salir de su cuarto para tomar un baño; sobre su cama, la joven deja olvidado un libro cuyo título no deja lugar a dudas sobre el tema que trataba: “Papá, Mamá, soy gay”.
Fue su hermano quien tuvo la suerte de encontrarlo y quien tomó la decisión de contarle a su madre, y de ahí fue donde vino toda la cadena de sucesos: la llamada al padre a su trabajo, la plática padre – hija, y por supuesto, la pregunta.
“Hija, ¿tienes algún problema sobre tu orientación sexual”.
Pero el alboroto ya había estallado y la presión estaba ahí. “No, papá”, respondió ella.
Entonces el abrazo paternal, el primero que recibía en su vida. “Qué bueno, porque te puedo decir que con todos mis años no conozco un solo gay que sea feliz”.
Luego el psicólogo, la terapia, los intentos por “curar” a la pobre enferma desdichada que de un modo u otro tenía que aliviarse del terrible mal que la aquejaba y que desde niña le hacía sentir un impulso hacia las personas de su mismo sexo.
Otra joven igual hace años le confesó a su madre ser gay. La mujer llevó a su hija a la iglesia y la obligó a hincarse frente a una figura religiosa: “Anda, prométele a la Virgen que ya te vas a portar bien”, dijo la madre entre imperativa y acongojada.
El tema de fondo en la situación es el mismo que en otros casos, y que marca una diferencia con la circunstancia de un hombre atraído por los de su sexo.
“Es el silencio”, dice Mariaurora Mota Bravo, presidenta de la organización civil Género, Ética y Sexualidad, “el silencio y la ignorancia; nadie sabe de su sufrimiento, el aislamiento es muy tortuoso, silenciar tu vida tiene una implicación enorme en la salud mental de la gente”.
La activista de los derechos de los gays se refiere al tipo de violencia que reciben las mujeres por sus preferencias no heterosexuales y que a diferencia de la que reciben los hombres, no se aboca tanto al maltrato físico, a la homofobia manifiesta mediante golpes y humillaciones verbales, sino a la violencia que surge de la invisibilidad, el aislamiento y la aceptación aun menor a la que sufren los homosexuales hombres.
La violencia y el rechazo son psicológicos.
“De las mujeres, el mayor problema es la invisibilidad, a nosotros como organizaciones nos cuesta mucho encontrarlas, sin embargo sabemos que hay muchas, pero muchas de las mujeres están, digamos, en el clóset”, apunta Mota.
Según estándares internacionales y estudios en México, aproximadamente un cinco por ciento de la población femenina presentan preferencias lésbicas. En el caso de Nuevo León, este dato implica que de los alrededor de dos millones 108 mil mujeres que lo habitan, 105 mil 500 son lesbianas.
Se estima que el diez por ciento del total de la población mexicana es homosexual, ya incluyendo hombres y mujeres.
Sin embargo, esta cantidad no impacta en la visibilidad de estas mujeres, pues según Mariaurora Mota, lo factores culturales son aún más determinantes con esta fracción de las minorías sexuales.
“La gente cree que no existimos”, dice Virginia Ponce, presidenta del organismo civil LES, “la gente cree que no existimos, pero es increíble la cantidad de gente que te puedes llegar a encontrar y que no representan toda la población lésbica, esa es la población que sale, es inmensa la población que no sale, la que está en el Chat ahorita, es inmensa”.
Durante el fin de semana, GESS Y LES coordinaron el primer Encuentro de Mujeres Lesbianas y Bisexuales, donde se realizaron talleres, conferencias y ejercicios para la autoaceptación, un mayor conocimiento y encuentro, pues todo ello siguen siendo limitantes importantes para este sector social.
En estos casos, el problema no sólo se limita a la población en general, sino al mismo movimiento gay donde las mujeres quedan fuera de la escena, pues quienes dan imagen pública a las marchas, a las conferencias, a los eventos en general, son los trasvestis, las “drag queens”, los afeminamientos extremos, los hombres al fin.
La salida que ambas activistas ven es la aceptación, la decisión de luchar por los derechos y sobre todo, romper con la invisibilidad y la culpa que las condena.
“En una mujer es más difícil, mucho más difícil”, sentencia Virginia Ponce.

Milenio, 13 de noviembre

Saturday, November 11, 2006

The Ensaladator

El Gobernador de California acude a Cintermex a un evento de élite que dejó con la boca abierta a más de tres: Schwarzenegger prepara "ensalada amigos" al lado de Lulú Pedraza.

Arnold Schwarzenegger atraviesa el estómago de un joven vestido de punk con su puño derecho que sale ensangrentado al otro lado de su anatomía porque no le quiso proporcionar su ropa; Arnold pone un gesto todavía más inexpresivo cuando un hombre de color, pistola en mano le dice “vete al infierno” y le responde impávido “vete tú, idiota” antes de asesinarlo a tiros como si cualquier cosa; Arnold mata y golpea.
Y sí, Arnold Catorce Letras prepara ensalada junto a Lulú Pedraza y se saca de la manga que prepara una “ensalada amigo”, porque está preparada con lechuga, espinacas, fresas y frambuesas, ingredientes mexicanos y californianos, que según dice representan una metáfora de la amistad entre estados y naciones.
Algunos rieron y otros pusieron gesto de inspiración, como de héroe nacional en monografía mirando hacia los ideales.
“Esto no puede estar pasando”, más de un reportero se repetía.
A Federico Fellini le da ahora por manejar logística de funcionarios, o simplemente el Terminator y Comando se están aburguesando por mero placer.
Ya desde su inicio, el evento tendía hacia lo bizarro: un grupúsculo no mayor de 200 personas se placeaba por los salones Estados Unidos, Canadá y México en nivel más alto de Cintermex, iban de traje, las mujeres de vestido de cocktail y de todos lados brotaba el tinto, el blanco, el sushi, todo tan importando que hasta la cerveza era estadounidense.
También los idiomas iban y venían, algunos hombres y mujeres cambiaban con más facilidad del inglés al español que del agua embotellada a la copa de lo que fuera, mientras se preguntaban de qué demonios trataría el encuentro.
Nadie lo sabía con exactitud, ni los comerciantes, empresarios de todo tipo o representantes de restauranteros en el salón tenía certeza del motivo que justificaba su presencia ahí.
“No me preguntes, yo no se nada”, se escabullía un integrante de cámara al preguntarle el fondo de lo que estaba por suceder, “no entiendo qué hacemos aquí, no lo entiendo”.
Y como si le faltara más surrealismo a ese “Discreto Encanto de la Burguesía”, la nota llegó antes de que el evento sucediera: una agencia informativa internacional publicaba que Schwarzenegger se había encontrado con el gobernador Natividad González Parás en Palacio de Gobierno, que habían comido en el Museo de Historia y que después, había participado en un programa televisivo de cocina, acompañado de una famosa chef local... Su nombre era Lulú Pedraza.
La incredulidad no cabía en los rostros, pero si se tomaba en cuenta que los gafetes de staff y de prensa portaban la imagen idealizada del Catorce Letras con paisajes californianos de fondo y ostentando tremenda aureola cual personaje bíblico, una especie de Jesucristo modernizado y armado hasta los dientes que en vez de referirse a los romanos con el “no saben lo que hacen” se refiere a los ilegales con un “no saben lo que les espera”, entonces no había por qué hacer tanto escándalo.
San Arnoldo Suárez Pérez, ruega por nosotros, y qué más da que el evento se publique antes de que suceda; después de eso, ya todo era posible.
Por eso ya no causó tanta extrañeza cuando Conan el Bárbaro arribó al lugar y arrancó su discurso recordando su tiempos de actor, cuando conoció México filmando películas.
Que si Vallarta, que si algún desierto, alguna ciudad. Hasta se dio el lujo de recitarlas una a una: Conan The Destroyer, Total Recall, Colateral Damage, y Predator.
Para entonces ya todo se valía, desde el conductor de televisión local que hizo de maestro de ceremonias y a quien nadie le avisó que aunque el evento lo financiaba el gobierno de California, la mayor parte de los presentes hablaba español y con todo, lanzó un largo discurso en el idioma del invitado; o la pareja discutiendo sus problemas personales entre la prensa y el sushi, los empresarios que no sabían qué hacer ni dónde.
Una larga escena que por encima de todo sólo llevaba a una idea: el absurdo, el abusrdo cuya plenitud se dimensionó cuando Lulú Pedraza apareció en escena y preparó junto al gobernator ya no una ensalada de lechuga y espinaca, sino de cocina y asuntos internacionales, pues de algún modo consiguieron unir los temas en una sola conversación sin que se les salara la receta. Extrañas conversaciones.
Así, sería un cliché decir que al “Llámame Comando” sólo le faltó despedirse de la concurrencia con un “Hasta la vista, baby” o un “I will be back”; para el contexto más apropiado habría sido un “Me voy con mi perro andaluz a vivir la dolce vita, dice mi reloj blando que ya es la hora”.

Crónica por Antonio Argüello
Milenio Diario de Monterrey
11 de noviembre de 2006